lunes, 27 de mayo de 2019

Las redes sociales les deja hablar a idiotas.






INVITACIÓN ABIERTA PARA SERGIO MORATAYA

Sergio Morataya dice ser experto en redes sociales. Usa WhatsApp para que sus docentes allegados compitan por quién le da primero las gracias cada vez que anuncia el depósito del salario. También para indicar que quienes vayan a marchas o concentraciones quedan exonerados de acudir a la escuela, pero las/los que no las apoyan deben asistir y permanecer en esta aunque no haya actividades laborales.

Twitter y Facebook le sirven para afirmar que el machismo es un derecho o para fomentar la misoginia. Asimismo, acostumbra burlarse de las características físicas de quienes malquiere, incluso de quienes están de su lado; descalifica la forma de vestir de otros, censura la opción sexual de las personas aunque cuando le conviene recurre a paradójicas campañas de lavado de imagen, como aquella en la que posó y bajo su nombre se leía: El poder de las mujeres.

Dichos canales le permiten promover que lo bueno debe seguir porque la escuela está pintada de negro y blanco, y en uno de los edificios tenemos un jardín "bien cuidado". Otros de sus deslices han ocurrido cuando, por ejemplo, ha presumido como propias actividades organizadas por estudiantes (el día de la poesía), o cuando demeritó la enseñanza de la filosofía. De igual manera, ha dicho que la escuela tiene "docentes dinosaurios", seguro que él es el único millennial del claustro.

Como no es amigo de la crítica se ofende con quien no acepta sus imposiciones. Días atrás expresé que en lugar de armar una mañana de disfraces como práctica "académica", mejor impulsara debates para fomentar el análisis y la discusión de la realidad nacional. Mi planteamiento causó que desde su perfil propio y el de su alter ego lanzara mensajes en mi contra, los cuales me han divertido porque tengo sentido del humor, no como él que arremete contra el rey feo Maclovio Trompa de Hule.

Pero bueno, a diferencia de él, para mí las redes sociales son un espacio de comunicación y entretención, no para debatir, y menos cuando el disfraz de un perfil falso o la intolerancia generan que se cumpla la sabia frase atribuida a Umberto Eco: "Las redes sociales le dan el derecho de hablar a idiotas".

Mejor le propongo a Sergio que conversemos personalmente y, mejor aún, en el auditorio del edificio M2, sí, el mismo cuyo uso recientemente negó a estudiantes de tercer semestre que se lo solicitaron, a propósito de la realidad nacional, para celebrar un foro con candidatos/tas al Congreso de la República. Yo estaré solo pero él puede designar como moderador a su alter ego y asesorarse con su séquito de aduladores.

Dada la coyuntura por la que atraviesa la Escuela de Ciencias de la Comunicación planteo que discutamos estos puntos vinculados con los cuatro años que lleva ejerciendo como director y los doce previos en los que tras bambalinas ha manejado la ECC junto a su alter ego. Considero que esta agenda sí es relevante y trascendente, no meterse en la vida privada de la gente.

1. ¿Por qué, no obstante sus ofertas y ofrecimientos, la escuela no es facultad? Debo recordar que incluso se colocaron rótulos en oficinas y otras partes identificando como tal a nuestra unidad académica.
2. ¿Qué alcance tuvo su anunciada reforma curricular: 45, 90, 180 o 360 grados? Fue su promesa de campaña en las "elecciones" de 2015 cuando torpedeó otras candidaturas. Vale la pena que ahondemos en esto de su sui generis "elección".
3. ¿Qué beneficio concreto han obtenido las y los estudiantes de la Escuela de Ciencias de la Comunicación con la serie de convenios que ha firmado?
4. ¿Por qué ha inducido la jubilación o no recontratación de destacados docentes, casualmente opositores suyos o no interesados en ser parte de su séquito?
5. ¿Cuál es su argumentación académica para restringir la ampliación de horario de docentes que no le aplauden? ¿Por qué, salvo una excepción, ha nombrado como coordinadoras de departamento a personas que no tienen idea del ejercicio de las respectivas carreras?
6. Analicemos los resultados del reciente proceso de jurados de oposición.

Para que nuestra plática dé margen a otras, todas frente a la mayor cantidad de estudiantes, docentes, personal administrativo y egresados posible, me limito a estos seis puntos, aunque tal vez en las repreguntas surja algo más. Sería interesante saber qué papel jugó él, y cuál yo, en nuestra etapa estudiantil, cuando por cierto, fueron los tiempos de La guerra de las galaxias. Deduzco por qué se identifica con el lado oscuro. No soy fan de esa película, pero sé que la fuerza me acompaña.

Quedo pendiente y solo espero que no vaya a tomar esto como una amenaza, diga que lo censuro o ponga a alguien a defenderlo, ya sea desde un perfil público o uno de su netcenter. Tampoco espero una respuesta como la que le dio al difunto Édgar Hernández cuando, como representante estudiantil, no se plegó a sus imposiciones en el Consejo Directivo. Conversemos, es importante que la comunidad de la ECC sepa cómo impulsa su reelección o si volverá a designar a alguien que firme lo que usted ordene. De mi parte, confío que esta vez tendrá oposición.

Guatemala 27 de mayo de 2019

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